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En unos días se cumple otro Día Mundial de lucha contra el sida, un momento para conmemorar, pero sobre todo concientizar a nuestra comunidad sobre la epidemia, su prevención y las asignaturas pendientes en la respuesta.

Faltan horas para otro “Día del sida”, aquí y en todo el mundo. El Día Mundial de lucha contra el VIH y el sida fue elegido hace unas décadas con el fin de marcar la oportunidad de recordarle al mundo y elevar la conciencia sobre la enfermedad y los desafíos que enfrentan los que viven con el virus o trabajan en la respuesta a la epidemia. Esta fecha clave se fue lavando y enjuagando en la máquina de picar “días mundiales”. Ya casi nadie presta atención a los días mundiales, salvo algunos que por su recurrencia y gravedad, tienen más tracción mediática, como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que sucedió la semana pasada, el 25 de noviembre.

¿Por qué algunos días mundiales están a punto de extinguirse?

Puede ser que la falta de interés creciente sobre días como el primero de diciembre, sea un reflejo de una combinación de los siguientes aspectos:

– Los días mundiales no son relevantes: en general los días mundiales son cada día menos importantes y a los colectivos de Agencias de las Naciones Unidas, Programas Nacionales y sociedad civil se les hace más difícil llamar el atención de los medios y de la opinión pública. No tiene que ver –específicamente- con el VIH, lo mismo ocurre con el cáncer de mamas, la diabetes o las enfermedades cardiacas.

– El VIH y el sida siguen siendo cultos de pocos seguidores: La respuesta al VIH y al sida, a medida que pierde prioridad en las agendas, paradójicamente parece que se encierra más en sí misma y predica más y más para el coro. Tanta endogamia es difícil de romper en un día al año.

– El VIH y el sida perdió la urgencia: La creciente respuesta de la ciencia y las instituciones a las cuestiones relacionadas con la epidemia hace que deje ser percibido como una urgencia, un tema de salud pública y desarrollo apremiante que requiera el mismo espacio que otros temas más actuales.

– Falta la indignación de antaño: Cuando no había tratamiento, por falta de respuestas de la ciencia o la desidia de la burocracia, y moríamos, había una sensación de bronca que se canalizaba por varios conductos, como también en el Día Mundial del sida. Y convengamos que una marcha con denuncias de personas con VIH, sus familiares, poblaciones clave y amigos generaba más atención que una carpa en una plaza. Aún las marchas han perdido atracción en los medios.

– El tema ha perdido espacio en todas las agendas: Es entendible que el tema de VIH haya perdido espacio en la agenda de los colectivos que tradicionalmente se embanderaban con el tema, como el LGTBI. Este movimiento sigue algo regado por los recursos fertilizantes de programas de VIH y sida, pero ha dejado de ser un tema que urge en sus agendas, planes e intervenciones.

– Como se comunican las personas (ahora): Creo que las respuestas al VIH, como en general, las respuestas a los grandes problemas de la humanidad sobre la salud pública, los derechos humanos y el desarrollo, se han quedado en la biblioteca de papel, comunicando a una generación que ya no escucha en esa clave. Sobre esto en particular me gustaría abundar más adelante.

¿Cómo comunicamos?

Sin dejar de considerar la combinación de los temas arriba listados, creo que el Día Mundial del sida es la expresión o síntoma más claro sobre cómo nos hemos descalzado en cuanto a la comunicación. Ya hace unos años, la denominada opinión pública se informa por un mosaico de información y medios, donde los medios de comunicación tradicionales, como un periódico, son una mínima fuente de influencia.

En general, con lo injusto que puedan ser las generalizaciones, las organizaciones de trabajo en VIH, sean públicas o de la sociedad civil, seguimos en la prehistoria de la comunicación. Basta ir a una reunión o una conferencia y comprobar, con espanto, que muchos colegas aún imprimen folletos. Y uno recorre los pasillos y salones de dichos eventos o las calles ya vacías luego de una marcha, para verlos tirados en el piso. No es que la gente se olvidó como leer un impreso, sino que ya han perdido autoridad y relevancia como medios. ¿Por qué seguir derribando árboles para imprimir a cuatro colores, cuando la gente se informa y se posiciona frente a su vida usando su teléfono y sus redes sociales? Hasta nuestros padres y abuelos lo hacen de esta forma. Dejemos de armar moñitos de cinta roja y (peligroso) alfiler, cuando lo que necesitamos es que la gente ponga el moñito en la imagen de su perfil, donde será más visto que en una solapa.

Hemos reflexionado en varias ocasiones en Corresponsales Clave sobre el poco valor metodológico y bajo impacto de la forma en que comunicamos sobre información, educación y comunicación para la prevención y sensibilización sobre VIH. Mucho menos atractivo tiene algo, hoy tan depreciado, como un día mundial.

Hay organizaciones que han intentado utilizar -con poco éxito- las nuevas narrativas de las redes sociales, tratando que la gente se saque selfies con carteles, marcos y las manos escritas. Intentos nobles sin duda, de progresar en las formas de comunicar. Sin embargo, si yo me escribo en la palma de la mano un mensaje y lo circulo en mi red, sólo lo leen los convencidos, convertidos y sensibilizados. Si no saltamos las rejas de nuestras propias jaulas mediáticas poco impacto logremos.

Además, de afinar la puntería en la comunicación 3.0., necesitamos movilizar “influenciadores” de diversos targets, tan utilizados por las empresas privadas para posicionar marcas y productos. La respuesta al VIH/sida es un producto muy difícil de re-posicionar, pero si no trabajamos esto los otros 364 días, no esperemos milagros del primero de diciembre.

De cualquier forma, urge volver a posicionar el VIH/sida en la cabeza de la opinión pública, así como en la agenda de los líderes de opinión y tomadores de decisión. Hoy el VIH ha sido subsumido en un sub-resultado de las Metas de Desarrollo Sostenible, se cae de la agenda de los donantes y será subsumido en la discusión de la Cobertura Universal de Salud. Estemos o no de acuerdo, este es un proceso irreversible y sabemos que el riesgo de una pobre transversalización es la desaparición de lo que queremos horizontalizar. La propuesta es que empecemos el próximo 2 de diciembre a pensar (y hacer) cómo podemos posicionar mejor el tema en todos los espacios.

Referencias: Muchos de los conceptos compartidos en este artículo se originaron en el estudio de la literatura y conferencias de un pensador contemporáneo sobre Comunicación y Sociedad, el español Manuel Castells, en especial recomiendo leer “La Sociedad en red”, “Comunicación y Poder” y “Redes de Indignación y esperanza” o ver sus conferencia en Youtube.

Por: Javier Hourcade Bellocq publicado en Corresponsales Claves.